El Papa Francisco en el número 231 de su carta encíclica Laudato Sii nos dice: “El amor, lleno de pequeños gestos de
cuidado mutuo, es también civil y político, y se manifiesta en todas las
acciones que procuran construir un mundo mejor”. También por aquí, por
Mozambique, estamos trabajando en ello, en hacer un mundo mejor y lo hacemos a
través de la pastoral de justicia y paz. La justicia, según la doctrina social
de la Iglesia, consiste en la constante y firme voluntad de dar a los otros lo
que les pertenece y se merecen y no las migajas.
Mozambique es un país rico, con muchos pobres, la mayoría, y
algunos miserables. En los últimos años en el país se ha descubierto oro, gas
natural, grafito que es un material muy bueno para fabricar ordenadores, madera
de muy buena calidad y no sé cuántas cosas más, pero ¿quién se aprovecha de
todo esto? Como siempre pasa son las multinacionales, que se valen de la poca
preparación de este pueblo para engañarles y quitarles todo lo que pueden. Lo
poco que queda en el país se reparte entre unos pocos dejando a la mayoría en
su pobreza, lo cual constituye una gran injusticia.
Frente a esta riqueza nos encontramos con la gran mayoría de
personas que son pobres y apenas tienen para ir malviviendo. Quienes tienen la
suerte de ir a la escuela deben recorrer 5 o 10 Kms y después sentarse en el
suelo para escuchar a un profesor que cuenta en su clase con 50, 60 y hasta 80
alumnos.
En cuestiones de salud y de educación ¡mejor no hablar! Lo
más habitual es recorrer muchos kilómetros para encontrar un puesto de salud
sin medicamentos y sin médico. Aquí muere mucha gente que no debería morir,
sobre todo niños.
Es por esto que entendemos que el trabajo de justicia y paz
es muy importante, dado que la espiritualidad de esta pastoral es de anunciar
el Reino y denunciar las injusticias. Lo que en español decimos “A Dios rogando
y con el mazo dando”. Aquí en Mozambique, las misioneras combonianas estamos
intentando generar una conciencia responsable y comprometida para crear un mundo
donde haya más igualdad y amor.
La ley de la tierra, aquí en Mozambique dice que no se
pueden vender las tierras porque son del estado, pero los chinos, dentro de
poco, ya habrán comprado la mitad del territorio con todas sus riquezas dentro,
¿cómo?, ¿a qué precio?, solo ellos lo saben y quizás también el gobierno.
Nosotras, ayudadas por un abogado mozambicano, porque como
extranjeras no podemos meternos en muchos de estos asuntos, damos encuentros
sobre la ley de la tierra, cómo preservar la naturaleza y otros temas en
beneficio del bien común. Como esto afecta a todas las personas, muchos
encuentros los realizamos con los musulmanes y los de otras religiones. El día
1 de septiembre es un día dedicado a rezar por el cuidado de la casa común,
dedicado a la naturaleza, ese día todas las iglesias conjuntamente preparamos y
realizamos una oración.
En esta parroquia de S. Pedro de Chipene, al norte de
Mozambique, tenemos 130 comunidades, algunas a 60 y 70 kms de distancia. El
trabajo de justicia y paz es un poco árido y difícil, porque continuamente te
tienes que enfrentar a las autoridades y a situaciones injustas. A mí ya me han
dicho muchas veces “tú eres extranjera y no sabes nada de aquí”, yo me digo
“bueno, un poco sé porque leo y estudio… hablo con la gente, me intereso…”,
pero bueno, la realidad es esa.
Por otra parte la cultura de este pueblo makua es la de no querer
afrontar situaciones complicadas. No son capaces de denunciar las injusticias
porque tienen miedo y muchos tabúes. Por
eso vemos que nuestro trabajo es difícil, hay que ir dando pequeños pasos con
mucha paciencia. Desde pequeña aprendí que es mejor enseñar a pescar que dar el
pescado cocinado y preparado. Pues aquí también, el equipo misionero hacemos un
poco esto, usamos este método de enseñar a pescar, ayudando a la gente para que
tomen conciencia de su situación y sean los actores de su propio desarrollo.
Hnª. Paula Ciudad, desde Mozambique
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