Las misioneras
Combonianas estamos presentes en Mozambique desde 1954 en diferentes provincias
del país, nuestra presencia ha enriquecido la Iglesia con el carisma Comboniano
y ha contribuido al desarrollo del país. Para mí vivir como misionera en
Mozambique, ha sido un dar y un recibir, una escuela de aprendizaje; las
personas con las cuales he vivido me han enriquecido con sus dones y
capacidades.
Ruth Valencia, Misionera Comboniana de Ecuador |
Llegué a
Mozambique en 1990, y empecé a trabajar en el Norte del país en la provincia de
Nampula, distrito de Memba, en la misión de Namahaca, con el pueblo “emacua”. La
gente emacua es abierta, generosa, sencilla, respetuosa, acogedora, amigable, no
les importa la condición social, la raza, o religión. Te acogen por ser
persona, porque eres un ser humano. Un pueblo que sabe superar las dificultades
sin perder la alegría, gente fuerte que lucha por una vida más justa y más
humana cada día.
Trabajé como
profesora en una escuela del gobierno y en la pastoral. Eran tiempos difíciles porque
Mozambique vivía una guerra civil, entre el partido del Gobierno FRELIMO y el
partido de la oposición RENAMO, pero gracias al Señor nunca nos faltó su ayuda
y protección. La gente humilde nos protegía, nos cuidábamos mutuamente; fueron
momentos de solidaridad y miedo compartido, lo que nos hizo fuertes y nos ayudó
a reconstruirnos y a superar traumas.
Las misioneras
Combonianas trabajamos en diferentes campos: pastoral, salud, educación y en la
promoción y formación integral de la mujer, particularmente de las jóvenes,
porque creemos que ellas pueden dar lo mejor de sí mismas en la construcción de
una nueva sociedad, y en ella la mujer puede ocupar el lugar que le corresponde
como madre, esposa, profesional y religiosa; una mujer consciente de sus
derechos y deberes, capaz de educar y formar las generaciones futuras.
Frente a este desafío,
como provincia damos prioridad a la educación y formación de las jóvenes. Tenemos
en cuenta que la educación es unos de los pilares fundamentales para el desarrollo
personal, social y cultural de las personas y de los pueblos. Por ello, en
todas nuestras comunidades tenemos un internado (llamado “lar”), donde se
hospedan jóvenes, para darles la posibilidad de estudiar y tener una formación humana,
espiritual y cultural, cuidando los estudios.
En los últimos
años se ve un cambio de mentalidad. Antiguamente las mujeres jóvenes solo veían
el matrimonio como su futuro próximo;
hoy muchas jóvenes no quieren casarse antes de terminar sus estudios, aunque la
familia insista, ellas quieren estudiar, formarse y trabajar; para tener un futuro diferente.
Con mucha
alegría y disponibilidad trabajé 14 años en la Escuela Politécnica
Comunitaria Femenina junto a otras hermanas, lo hacía en colaboración
con los laicos locales, profesores, padres de familia, encargados de educación,
la comunidad civil y el gobierno.
Cada año hay un
notable aumento de jóvenes que quieren estudiar en nuestra escuela, esta ofrece
una educación de calidad, reconocida en todo el país; por eso las jóvenes
quieren entrar en la “femenina”, como se la conoce. Al inicio de cada año
escolar, muchas chicas no pueden entrar en la escuela porque no hay lugar para
todas, el espacio es limitado, y la escuela es pequeña.
La escuela abre
nuevos horizontes para las jóvenes, yo siento que esta misión de educar mujeres
constituye un desafío para nosotras y al mismo tiempo es una obra de Dios y confirmación del sueño de Comboni,
quien creía y confiaba en la presencia y capacidad de la mujer africana, para
la transformación de la sociedad, porque ella es quien forma su familia, su
pueblo, las generaciones futuras. Puedo afirmar
como dice el proverbio africano: "Quien educa una mujer educa una nación"
Tuve la
oportunidad de trabajar con las jóvenes en la escuela y en el internado de la misma
escuela femenina y me di cuenta de la riqueza que ellas tienen para dar; la alegría
de vivir, la generosidad al compartir, la solidaridad, su capacidad de acogida,
el respeto, la apertura….Ellas confían en nosotras, saben realmente que estamos
allí para caminar juntas, que buscamos para ellas lo mejor, para que tenga un
futuro diferente como mujeres libres, conscientes, autónomas; por medio de una
formación integral. Esto nos compromete a ir al encuentro de esta realidad y
dar lo mejor de nosotras mismas como mujeres consagradas a esta misión. Con ellas aprendí
muchas cosas, la experiencia de vida de cada una reforzó mi fe y mi convicción
de ser consagrada para la misión.
Agradezco al
Dios de la vida por el don de la vocación misionera que nos abrió las puertas
para este trabajo, y pido al Señor por intercesión de Comboni y de nuestra
Madre María que nos ayude a ser fieles, perseverantes y a donarnos con alegría
al servicio de las personas que encontramos.
Agradezco al
pueblo mozambiqueño que, me acogió y al mismo tiempo me desafía a vivir con
alegría, dedicación y entrega.
Agradezco a
todas las personas generosas que nos ayudan para que estas jóvenes tengan un
futuro diferente y prometedor, y confío en que muchas personas de buena voluntad
puedan continuar ayudándonos para que este proyecto de formación y promoción de
la mujer sea cada día un pilar fundamental en la sociedad mozambiqueña.
Misioneras Combonianas de diferentes nacionalidades trabajando en Mozambique |
Hna. Ruth Valencia Corozo
Misionera Comboniana
Wow tía estoy contenta de tú entrega a servir y ayudar a otros Dios sea cada día en tú vida y la de cada hna. misionera, recuerda los que con lágrimas sembraron con regocijo segarán... adelante en está grande labor.
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