DOS RUEDAS QUE CAMBIARON UNA VIDA



En los 48 años que llevo trabajando en Mozambique ¡he visto muchas cosas!... La vida nos ofreces momentos de dolor, de sufrimiento, y en otras ocasiones nos ofrece grandes alegrías y consolaciones.

Una de estas últimas la acabamos de vivir en estos días en la misión de Balama, en la provincia de Pemba en la que me encuentro actualmente trabajando.

Mi trabajo de pastoral de formación de líderes y la visita a los presos y a los pobres me obliga a estar todo el día en movimiento, de un sitio a otro. Y así, en una de estas visitas a una comunidad cristiana, bastante alejada de la misión, conocí a Felina Acacio, una niña con 10 años pero que ya sabe mucho de los sufrimientos de la vida.

El padre ya nos había hablado muchas veces de ella cuando se desplazaba a la ciudad para la formación, porque él es el animador de su comunidad. Así es que en uno de esos desplazamientos a los pueblos pudimos, finalmente, conocerla.

La niña nos pareció encantadora, pero con una carita de mucho sufrimiento… Le faltaba una pierna. Hacía un tiempo que una mordedura de serpiente le originó una infección tan grande que no pudieron hacer nada por salvar la pierna. Fueron de un hospital a otro hasta que finalmente se la amputaron. Y eso, aquí en África, es un trauma mucho mayor que en otros sitios, porque si te falta un miembro estás obligado, en muchos casos, a arrastrarte por el suelo para desplazarte de un sitio a otro.

Así es que junto a su familia y con la comunidad cristiana iniciamos todo un proceso para obtener una silla de ruedas para Felina. Aquí no vas a una farmacia y la compras, todo es mucho más complicado y mucho más caro. El problema, en general, es el dinero.

En uno de los desplazamientos a la ciudad conocimos a otra persona que iba en silla de ruedas y a la cual una ONG le regalaba una nueva eléctrica, así es que aprovechamos la ocasión para comprar la suya vieja. La arreglamos, la pintamos, le pusimos ruedas nuevas y le cambiamos todas las piezas defectuosas… al final todo parecía nuevo. Un mecánico que conocíamos lo hizo todo de forma altruista para apoyar a la niña.
 
Y finalmente llegó el día de ofrecérsela… ¡Es imposible describir con palabras la alegría de esta niña! Y no solamente la suya sino la de toda su familia y también la nuestra.

Gracias a la silla de ruedas Felina podrá iniciar una nueva vida, podrá asistir al colegio, hacer más amigos…
 
Ahora tenemos otros casos similares. Conocemos a niños en la misma situación, o muy parecida. La Providencia nunca nos ha abandonado y tampoco lo hará en esta ocasión, basta únicamente confiar y esperar.

  María del Amor Más Puche

Comentarios

  1. Doy gracias a Dios por conocer personas de esta categoría humana y de Fe Hacen falta personas asi

    ResponderEliminar

Publicar un comentario