Hace ya más
de 50 años esta fue la frase del Evangelio que me zumbaba en la cabeza cuando
formaba parte del grupo juvenil de mi parroquia y quien “me dio el empujón” fue
Dios a través de un grupo de misioneros y misioneras que fueron expulsados por
el gobierno de Sudán del Sur (África). Un grupo de personas que habían
entregado su vida a este pueblo africano y que como “recompensa” recibieron la
orden de dejar el país en pocas horas, hizo que me hiciese un sinfín de
preguntas como: ¿Qué será de esa gente sudanesa?, ¿quién les ayudará?, ¿quién
les hablará de Jesús y de Su Palabra?, etc...
Fueron años
y meses en los que se originó una incertidumbre dentro de mí muy fuerte ya que
me costaba muchísimo dejar todo lo que había construido con gran esfuerzo: una
profesión que me gustaba y me satisfacía, la familia que amaba con fuerza, el
grupo juvenil, el chico con el que pensaba formar una familia, etc…
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Misioneros y misioneras combonianos y combonianas en Ecuador |
Pero Dios,
que nunca se deja ganar en generosidad, tuvo la gran idea de ponerme a mi lado
una persona que me ayudo a ver con claridad lo que Él quería de mí y así, a
través de la Revista Misionera “MUNDO NEGRO”, conocí a las Religiosas
Misioneras Combonianas. Una Congregación
italiana y estrictamente misionera fundada para África por San Daniel Comboni y
que hoy día estamos presentes en cuatro Continentes.
Por lo
tanto, mi anhelo de ir a dar mi colaboración en África seguía fuertemente vivo
y fue una gran alegría cuando, después de mi formación en Italia, me destinaron
a Etiopía, un país en guerra en donde la gente sufría lo inimaginable…Allí
estuve 12 años. Luego me pidieron cambiar de Continente y viajé a Ecuador donde
trabajé 33 años.
Ahora desde
hace casi dos años, y después de estar 4 años y medio en España, a pesar de los años “que pasan demasiado
deprisa”, nunca perdí la esperanza de regresar al país que me acogió y en donde dejé parte de mi vida: ECUADO.
Y Dios lo ha
permitido pues desde hace casi dos años
estoy en Esmeraldas, conocida como la Perla Negra, porque la mayoría de
las personas son de raza negra. Un pueblo con una riqueza cultural
impresionante. y que ama con fuerza a sus misioneras y misioneros….
A tal punto que no cambio mi vida por todo el
oro del mundo y si volviese a nacer sería Misionera Comboniana pues cada día
doy gracias a Dios por el don de la vocación misionera.


Por lo tanto, ¿no vale la pena arriesgar la vida para que otros la
tengan y en abundancia, como dijo Jesús?¡¡¡CLARO QUE SÍ!!!
Mª del Pilar Sáinz Gómara
Misionera Comboniana
ESMERALDAS – ECUADOR
Dios bendiga el trabajo de cada día al servicio de los más necesitados. La conozco hace más de 30 años y usted es un ejemplo de servicio, de mística en que quehacer misionero. Adelante que Dios la acompaña y la proteja.
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