Cuando llegas a coger el ritmo de África, te das cuenta
de que es idéntico
en toda su música (Karen Blixen)
Estamos en el corazón de África, en un pueblo en medio de la selva. Este pueblo
es muy ruidoso, alegre… porque en él viven hombres, pero sobre todo muchas mujeres
y niños… ¡tendrías que verlos!, es algo contagioso, es MUSICA… y es en este
contexto en el que me encontré cuando llegué a Mungbere.
Fue fácil tomar contacto con algunas mujeres que ya había visto que eran
muy dinámicas. Un grupito de 5 mujeres, con las cuales iniciamos un intercambio
sobre la realidad de la mujer africana hoy en la sociedad. Fueron dos semanas
en las que nos enriquecimos mutuamente sobre el significado de ser mujer y de
ser promotoras de justicia y paz en una sociedad que no tiene en cuenta aún a
la mujer como aquella que es el pilar de la familia, de la educación… en definitiva,
de la sociedad.
Así iniciamos y después contactamos con otras mujeres de la iglesia católica,
protestantes y también otras que se reunían y llevaban adelante otras
iniciativas locales. Comenzamos una formación para todas, un intercambio de los
problemas, de las iniciativas, de las necesidades…
Fue increíble constatar cómo las mujeres respondieron a nuestra invitación.
Tenían necesidad de hablar, de contar, de compartir aquello que llevaban en el
corazón, los sufrimientos, intentar comprender y sobre todo el deseo de querer
aprender a leer y a escribir. Fue una experiencia bellísima. Veía mujeres que
tenían una gran fuerza interior, pero que ni ellas mismas eran conscientes de
eso. Ellas mismas tenían miedo de decirse a sí mismas que valían, de hablarlo
con otras, de sentirlo… porque no sabían cómo iban a ser interpretadas.
Creamos un grupo de mujeres a las que llamamos “MUJERES EN MOVIMIENTO”
sobre los derechos humanos, sobre los derechos de la mujer, de los niños… sobre
las realidades políticas del país y de la sociedad en general. Esto les
permitió al inicio salir a los pueblos más cercanos para compartir con otras
mujeres aquello que habían aprendido y formar así a otras mujeres para que
fuesen capaces también de hacer oír sus voces. Pero sobre todo hacerles conocer
la potencialidad de todas estas mujeres, conscientes de que también para ellas
es importante y urgente un cambio social.
Fue un despertar de tanta gente buena, de estas mujeres congoleñas, que hizo
que saliesen adelante tantas iniciativas que subrayaban el valor de ser mujer.
Iniciaron así cursos de alfabetización, fiestas dedicadas a la mujer como
el día 8 de marzo, en el que se organizaban debates sobre problemáticas sociales,
sobre salud, educación, actividades deportivas, culinarias, danza y música… ¡Actividades que no se terminaban!
Así es la mujer africana que ha sabido jugárselo todo y confiar en Aquel
que le decía que dentro de ella hay tanta fuerza, que en ella está el corazón
de la vida y que este corazón no para nunca, nunca, nunca de latir…
Las mujeres africanas me han hecho sentir este ritmo de la música que se
percibe en todos sus gestos, en todas sus acciones, en todo aquello que ellas
son. Quien llega a entender el ritmo de las mujeres de África, no puede olvidar
nunca más África.
Sr Loredana Dalla Libera
Misionera Comboniana
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