Me llamo Delphine
Amivi Gakpe y soy natural de Togo, en la costa occidental de África. Soy
misionera comboniana y actualmente me encuentro en el hospital S. Joseph, en
Bébedjia, una ciudad situada al sur del Chad. Llegué aquí en noviembre de 2019
y actualmente mi trabajo lo realizo llevando la contabilidad del hospital.
En el hospital el
trabajo no nos falta, pero la pandemia de coronavirus ha llegado también aquí y
no podemos salir de nuestro recinto hospitalario. No podemos ir a la parroquia
porque están cerradas.
Realmente me gustaría poder conocer más gente de la
parroquia, del barrio… comprometerme en alguna actividad, pero por el momento
esto es imposible. De todos modos estar aquí supone para mí una gran alegría,
sobre todo por poder compartir mi vida con esta población, aquí en este país,
concretamente en el hospital.
Mi camino para
ser misionera comboniana ha sido largo. Puedo decir que mi vocación surgió a partir de la Palabra
de Dios, concretamente Lc 10, 2 que nos dice: “La mies es mucha, pero los obreros pocos; rogad, por tanto, al Señor de
la mies que envíe obreros a su mies.” Para ayudarme a responder a esta
llamada el sacerdote de mi parroquia me propuso participar en el grupo de
vocación. Después conocí a las misioneras combonianas, concretamente a sr.
Josefina Calle, de Ecuador y más tarde a Paquita Sánchez, española. Ambas
trabajaban en Lomé, la capital del Togo. Ellas me ayudaron a descubrir lo que
el Señor me pedía.
Cuando terminé el
bachillerato en 2008 quise irme con las misioneras, pero ellas propusieron un tiempo de espera en el que
pude estudiar catequesis y pude también realizar una experiencia de comunidad
con ellas.
Finalmente entre
2010 y 2012 inicié la primera formación con las misioneras combonianas en la
República Democrática del Congo, concretamente en la capital, en Kinshasa.
Éramos un grupo de chicas que veníamos de diferentes países: Congo, Benín, Togo
y Camerún. Fue una experiencia muy bonita, pero también hubo sus dificultades
como por ejemplo el no entender la lengua, el problema de la comunicación entre
nosotras, problemas de culturas diferentes, de integrarnos en un nuevo
ambiente… Pero todo eso nos ayudó a crecer como personas.
Después de esta etapa empezamos otra nueva,
que se llama noviciado y en la que la joven tiene que realizar un
discernimiento mucho más profundo para poder llegar a realizar sus votos y ser
religiosa. Esta etapa la pasamos en Uganda y fue allí que en 2016 realicé mis
primeros votos.
Al terminar me
enviaron a Centroáfrica. La responsable me pidió que realizara estudios
superiores antes de integrarme en el trabajo de la misión. Y así me enviaron a
Camerún donde estuve tres años hasta 2019 y donde conseguí mi Licencia en
Gestión y Administración en la Universidad Católica del África Central.
Durante
este período en Camerún trabajé en la pastoral con niños, lo que llamamos Infancia
Misionera. Cada domingo después de la Misa me encontraba con ellos, hacíamos
actividades, animaciones, leíamos el Evangelio…
Ellos apreciaban mucho este
momento porque para ellos era importante estar con una religiosa que les
ayudase a entender la Palabra de Dios. Para mí fue una experiencia maravillosa.
Yo disfrutaba porque los niños me gustan y porque me permitían salir de mi
rutina con los libros y los números.
Al terminar mis
estudios en Camerún y después de unas breves vacaciones con mi familia me
enviaron a Chad, donde me encuentro como he dicho más arriba.
Estoy realmente
contenta de estar aquí y doy las gracias a todas aquellas personas que de un
modo u otro me han ayudado con sus oraciones para llegar hasta aquí. Les pido
una oración por mí para que pueda ser fiel a este compromiso misionero y a esta
llamada que el Señor Jesús me ha hecho.
Delphine Amivi Gakpe
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