LA VIDA EN ABOKE (UGANDA)

Queridos amigos, quiero compartir con vosotros algo de lo que estamos viviendo por aquí en este tiempo. 
 
El coronavirus ha llegado a los poblados, algo que temíamos debido a la situación en la que vivimos, especialmente a nivel sanitario. La gente ha visto la gravedad de la situación y ahora sí se están tomando más en serio las medidas de prevención, como lavarse las manos y mantener las distancias; sin embargo no compran mascarillas porque les cuestan 50, céntimos que serían 2.000, chelines. Y hay medidas preventivas que la gente no sigue, como es la de viajar solo dos personas en las motos. “Porque ya que se alquila una moto se aprovecha bien”.
Hasta ahora debido al virus han muerto varias Religiosas de congregaciones locales y algunos misioneros están ingresados con serios problemas.

Y a pesar de todo nosotras seguimos, en la medida de nuestras posibilidades, con nuestras actividades pero trabajando con grupos pequeños y a su vez estas personas van a ayudar a otros grupos. El trabajo se hace más difícil pero al menos seguimos con algunos de los programas de formación.

El problema del hambre y las enfermedades es una de las preocupaciones más grandes que tenemos. Intentamos visitar y ayudar a las personas mayores y niños enfermos. El otro día una señora tuvo un ataque de asma y me llamó la familia para decirme que no podían pagar ni siquiera a alguien para que la transportaran al hospital que está a unos 35 quilómetros, así que gracias a la ayuda que le dimos ahora está de vuelta en su poblado. Casos como este tenemos bastantes y gracias a Dios podemos ayudarles.

Hemos ayudado a mucha gente comprándoles semillas para que puedan plantar alubias, maíz, etc. Así tienen asegurada la alimentación y otras necesidades. La mayoría de la gente se ha quedado sin los trabajos que tenían y los campos son la gran esperanza. Los jóvenes están de vuelta a sus poblados porque no hay clases y trabajan en los campos.

Hemos intentado también dar trabajo a profesionales que se han quedado sin trabajo y no solo tenían grandes dificultades para vivir, sino que además tenían problemas anímicos. Uno de los edificios de la misión estaba en muy mal estado, de los agüeros del techo entraban ratas y cuando llovía entraba el agua por todas las partes. Pues bien, contratamos a un grupo de albañiles, jóvenes con familias y niños. Tener trabajo por unas semanas les ha ayudado mucho y además otra gente al verlos los han ido llamando para hacer algunos trabajillos y están muy agradecidos por la oportunidad que les dimos. 

Con las jóvenes mamás sigo apoyándolas en lo que necesitan; las que estaban en las escuelas están en sus poblados hasta que termine el confinamiento. Otras siguen trabajando como por ejemplo Brenda Akia que terminó peluquería y poco a poco le vamos ayudando para que pueda trabajar en su poblado. Otra mamá terminó el curso de cocina hace unos meses y ahora está trabajando en su pueblo y tiene previsto iniciar un pequeño restaurante, a la medida de lo que se hace por aquí. Estaba felicísima.

Otra labor muy necesaria durante este tiempo del coronavirus en la que estamos invirtiendo bastante tiempo y dinero es en el seguimiento de las niñas que estaban en la escuela y ahora llevan meses en sus poblados. Oímos que muchas se han quedado embarazadas, los abusos sexuales vienen a veces de familiares y otras de jóvenes como ellas. Cuando sabemos de alguna niña que está en situación de riesgo vamos y la invitamos a venirse a vivir aquí en la misión. Había oído de dos niñas que conozco muy bien y que en sus poblados no estaban seguras e inmediatamente hablé con la directora de la escuela de primaria, madame Christine que es, no solo una buena directora, sino también una buena madre, y nos las hemos traído a su casa, aquí en la escuela de la misión. Ahora están contentas y pueden continuar sus estudios. 

Os podría decir muchas otras cosas, pero bueno, he podido compartir con vosotros algo de lo que vivimos en nuestro día a día en la misión-

Encarnita Cámara Liébana
Misionera Comboniana-Aboke (UGANDA)




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