LA ALEGRÍA DE UNA HISTORIA ENRIQUECIDA EN JESÚS

Soy Marie Reine Ametepe de Togo y estoy en una de las periferias de Lima (Perú) en Pamplona Alta concretamente en la Nueva Rinconada. Mi experiencia misionera en una experiencia de encuentro y de reencuentro con Dios a través de los demás, una experiencia en la que me siento parte de la vida de la gente y ellos hacen parte de la mía.

En este lugar acompaño una de las capillas de nuestra parroquia formando a los animadores parroquiales, organizando la celebración Eucarística para que estén cerca de la Palabra de Dios y también apoyo la catequesis.

 
Trabajo también en un “Programa de Educación Básica y Laboral” (Pebal) de los Jesuitas, en el que hay un proyecto llamado “casita”, donde se imparte una educación más informal. Se trata de ayudar a los niños con sus tareas, con talleres de autoestima, de medio ambiente, habilidad social y arte. En este proyecto acompaño las familias de estos niños para escucharlas, consolarlas y derivarlas a los psicólogos si es necesario. Y eso porque estamos en una zona en la que mucha gente huyó de situaciones de terrorismo y también porque se viven muchas situaciones de violencia doméstica. Antes de la pandemia podía ir a visitarlas pero ahora todo se realiza a través de llamadas telefónicas. Con algunos casos puntúales les visito y organizo también para ellas talleres como por ejemplo formación para criar a los hijos, para que tengan un apoyo emocional, talleres de valores sociales y evangélicos, talleres para mujeres emprendedoras…

Recuerdo un caso concreto en el que un grupo de madres se apuntaron a los talleres Pebal . Una de estas señoras se apuntó pero luego no venía, ponía siempre escuchas diciendo que estaba fuera y no podía asistir y que allí donde estaba no había señal de internet. Ella había insistido mucho para participar en estos talleres, por eso yo no entendía su modo de actuar. Pero algo me decía que tenía que llamarla y escucharla con calma. Así es que la llamé y me contó su historia personal. Se estaba separando de su esposo y los niños estaban sufriendo por esta situación. Escuché con calma… y me sorprendí a mí misma con la gran paciencia que desplegué para escucharla y poder orientarla hacia el psicólogo para que la acompañara en este proceso.


Con mi comunidad hemos formado un grupo de Infancia Misionera porque la mayoría de los niños después de la primera comunión no regresan más a la parroquia. Queremos ofrecerles una continuidad en la vivencia de los sacramentos. Así es que empecé este grupo en el que se fomenta la fe de los niños, una formación misionera e integral. He aprendido mucho con sus historias personales, con sus valores, con los desafíos que plantean. Estoy también en contacto con sus padres para colaborar en la educación de los niños. Es una experiencia renovadora porque veo que la gente me enseña a ser misionera con su paciencia, su acogida, su humildad, su cultura y su alegría de tenerme en el proceso de sus vidas. He aprendido a celebrar la vida en la sencillez a compartir sus luchas y alegrías.

Desde el año pasado con la pandemia, nuestra Parroquia cogió otro rumbo como toda la humanidad. La parroquia se ha convertido en una segunda casa para la gente. La pastoral social se ha actualizado y trabajo junto con los agentes pastorales para poder responder a algunas necesidades básicas de nuestra gente: preparación de los víveres para las ollas comunes, algunas familias que necesitan arreglar sus viviendas, etc. Visito estos lugares de las ollas comunes juntas con los agentes pastorales. Es un trabajo en red, en equipo en el que gozo mucho porque veo los pasos que Dios da en la vida de nuestra parroquia, he contemplado la providencia de Dios.


También cada verano ofrezco un curso de Misionología en la escuela de catequesis. Está organizado por la diócesis para la formación de los catequistas. Allí me encuentro con jóvenes de 17 años adultos y personas mayores buscando el modo de avanzar en su vida y formación cristiana.

Las relaciones que voy teniendo cada día con la gente me enriquecen y noto que mi historia de vida se ha beneficiado porque muchas personas forman parte ahora de mi trayectoria personal.

Benjamine Kimala de Chad a la izq. y Marie Reine de Togo a la drchª.
Ambas hermanas trabajan en Perú


Marie Reine Ametepe
Misionera Comboniana en Perú


Comentarios

  1. Un abrazo fraterno y gracias por donar su vida a la gente y que El padre, Jesús, El Espíritu Santo y La Virgen Santísima siempre la Bendiga y siempre la acompañen.

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  2. Qué hermoso testimonio. Rezo por vosotras. Soy hermana contemplativa.

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  3. Que lindo hermanita Maria Reine siga expandiendo el amor de Cristo mucho ánimo en la misión. Saludos desde Piura, Perú. De Jimena Ríos Alcocer ^_^

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