DESDE EL CONGO A MÉXICO

 

Mi nombre es Kahambu Valinande Isabelle, soy originaria de la República Democrática del Congo. Nací en Kinshasa, y crecí en diferentes estados de mi país, por el trabajo de mi papa. Esta experiencia me ayudó mucho para abrirme a la interculturalidad, desde mi país, aspecto importante de nosotras Combonianas.

Vengo de una familia cristiana, de padres formados y preparados profesionalmente; mi papa es ingeniero forestal y mi mamá enfermera. Lo cual nos permitió también una buena formación y educación moral, espiritual… que nos ha ayudado a superar de lejos las barreras culturales de mi tribu, donde la mujer era para “casarse y formar familia”.

En mi parroquia me encontré con otro joven que me invitó a participar al encuentro de aspirantes Combonianos en Butembo en la comunidad de las hnas Combonianas. Nos fuimos en bicicleta un sábado después de la escuela. Este encuentro fue el “Boom” de mi vida. El padre congoleño nos habló de la vida de san Daniel Comboni, de una manera tan profunda como si la hubiera vivido, o lo hubiera conocido, que me quede “colgada a su barba”. Me quedé con tres palabras que hasta a la fecha motivan mi vida religiosa consagrada, misionera Comboniana: “Pasión, Comboni y África”; En mi camino de regreso a casa me decía en mi interior: “si Comboni aceptó dejar lo más valioso que tenía por un pueblo, por África…, ¿porque yo no…?”. Allí fue mi conversión, el cambio de mi vida…

Espere tres años en Butembo trabajando y estudiando, para empezar mi camino con las misioneras combonianas. Después de la profesión religiosa, fui asignada a México donde viví 9 años de misión, en tres lugares diferentes: en Guadalajara-Jalisco por un año, trabajé con ancianos y enfermas, y en el campo litúrgico en la parroquia. En Costa Chica en Oaxaca en la pastoral juvenil afro-mexicana, por dos años más. Una bella experiencia que dio sabor a mi vida misionera, a dejarme guiar… aprendí con los jóvenes a ser “misionera”, a entrar en la realidad del pueblo y a abrirme a lo diferente para poder compartir lo mío… 

La diócesis de Puerto Escondido no tenía suficientes agentes pastorales, tenía pocos sacerdotes y los pueblos abandonados, muchas comunidades no estaban atendidas. Nuestra parroquia de Huaxolotitlán, tenía más de 32 comunidades y un solo padre, él solo no lograba atender a todas las comunidades en el año, por lo cual las comunidades se organizaban para celebrar su fe (la religiosidad popular). Entre cuatro hermanas nos dividimos las comunidades para acompáñalas. Sí, admiro la fe de estos pueblos, este testimonio me conmovió mucho.

Esta realidad me sorprendió mucho, porque México es un país de más de 500 años de evangelización. En mi diócesis de Butembo-Beni, hay muchos sacerdotes y congregaciones religiosas, aunque hayamos sido evangelizados desde hace pocos años, hay agentes de pastoral preparados para acompañar a las comunidades cristianas, y las celebraciones son muy animadas y vivas. En Costa Chica, me tocó hacer ce todo… Los domingos me tocaba ir a diferentes comunidades a la celebración de la Palabra (Paraliturgia).

En la Ciudad de México viví 6 años, estudiando, haciendo Animación Misionera y Pastoral de migrantes. Estudié la licenciatura en Ciencias Religiosas, y la pastoral de migrantes lo hice en dos alberges: en la Casa Mambre con migrantes ayudando en los trámites de documentos, traducción y aprendizaje de idiomas a los que venían de África. Y en CAFEMIR ayudando en acompañamiento psico-espiritual y en terapia de manualidad para la integración social.

Ahora, estoy en USA, donde abrimos una comunidad aquí en San Antonio-Texas, con la intención de seguir trabajando con jóvenes.

Kahambu Valinande, Isabelle
Misionera Comboniana

Comentarios

  1. Una bonita experiencia. Felicidades Isabel pour tu testimonio. Que Dios te siga bendiciendo.

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