Hoy, en este tercer domingo del tiempo ordinario, la Iglesia celebra
el Domingo de la Palabra. Con ello nos recuerda la importancia de la Palabra de
Dios en nuestras vidas y nos invita a acercarnos más a ella para conocer de un
modo más personal al Resucitado, al Señor Jesús.
Esa invitación a conocer y dar a conocer la Palabra de Dios es la que
hace que hoy, las Misioneras Combonianas estemos aquí, celebrando con todos
vosotros, 150 años dedicados a la misión, al anuncio de la Palabra en las más
diversas actividades.
Daniel Comboni, misionero italiano del s. XIX, que murió en 1881, fue
el primer obispo de África Central. Fiel a su lema “África o muerte” había
fundado el Instituto para las Misiones de África en 1867, hoy Misioneros
Combonianos. Pero ante la situación que se vivía al interior del continente
tuvo la gran intuición, en ese momento histórico, de contar con el rol decisivo
de la mujer para la evangelización de África.
Cuando la sociedad pensaba que el lugar de la mujer era la casa o el
convento de clausura, un grupo de mujeres jóvenes desafiaron la mentalidad del
momento y se asociaron a la gran empresa misionera de evangelizar el interior
del continente africano. Viajaron en caravanas de camellos durante tres meses
para atravesar el desierto y llegar a Sudán. ¡Nunca antes se había visto nada
parecido!
En los últimos años de vida de Comboni ya había en Sudán 15 Misioneras
Combonianas trabajando con él en la misión. ¡Eran momentos difíciles! Algunas murieron
muy jóvenes, y a otras les tocó sufrir lo indecible por la prisión a la que
fueron sometidas durante 16 largos años en el tiempo de la insurrección en
Sudán a la muerte de Comboni.
Era una historia que parecía tener un trayecto corto. Sin embargo el
Espíritu no lo pensaba así. Hoy día nuestra familia misionera tiene un rostro
multicultural con más de 1000 hermanas de 34 nacionalidades diferentes. ¡150
años de existencia desde que Comboni nos fundó! Años de vida dedicados a la
misión ad gentes exclusivamente, en las zonas más pobres de 31 países, en cuatro
continentes.
Hoy queremos hacer memoria y agradecer al Señor por tantos años de
vida plena, por su fidelidad en nuestra historia y por habernos capacitado para
responder a este compromiso de por vida con el anuncio de la Palabra de Dios
que hoy estamos celebrando, con el Evangelio de Jesús al que servimos con
nuestras vidas.
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